¿Quiénes son los elegidos de Dios?

Publish date: 2023-06-02

Poniéndolo de una manera sencilla, los “elegidos de Dios” son aquellos que Dios predestinó para salvación. Ellos son llamados los “elegidos” porque esa palabra denota el concepto de elección. Cada cuatro años en Estados Unidos, se “elige” un presidente, es decir, elegimos a quienes van a ocupar ese cargo. Lo mismo sucede con Dios y aquellos que serán salvos; Dios elige a aquellos que serán salvos. Estos son los elegidos de Dios.

Como tal, el concepto de que Dios elija a aquellos que se salvarán no es controversial. Lo que es controversial es cómo y de qué manera Dios elige a aquellos que serán salvos. A través de la historia de la iglesia, ha habido dos puntos de vista principales de la doctrina de la elección (o predestinación). Un punto de vista que llamaremos la presciencia o conocimiento previo, enseña que Dios, a través de Su omnisciencia, conoce a aquellos que decidirán con el tiempo, por su propia voluntad, poner su fe y confianza en Jesucristo para su salvación. Sobre la base de este divino conocimiento previo, Dios elige a estos individuos “antes de la fundación del mundo” (Efesios 1:4). Esta es la opinión de la mayoría de los evangélicos americanos.

El segundo punto de vista principal es el agustiniano, que esencialmente enseña que Dios no solo elige divinamente a aquellos que tendrán fe en Jesucristo, sino que también elige divinamente otorgar a estos individuos la fe para que crean en Cristo. En otras palabras, la elección de Dios para la salvación no se basa en el previo conocimiento de una fe individual, sino en la libre y soberana gracia de Dios Todopoderoso. Dios elige a la gente para salvación, y con el tiempo esta gente vendrá a la fe en Cristo porque Dios los ha elegido.

La diferencia se reduce a esto: ¿quién tiene la opción última en la salvación – Dios o el hombre? En la primera perspectiva (el punto de vista de la presciencia), el hombre tiene el control; su libre albedrío es soberano y se vuelve el factor determinante en la elección de Dios. Dios puede proveer el camino para la salvación a través de Jesucristo, pero el hombre debe elegir a Cristo por él mismo, a fin de hacer efectiva la salvación. En última instancia, esta perspectiva hace a Dios impotente y le roba Su soberanía. Esta creencia pone al Creador a merced de la criatura; si Dios quiere que la gente vaya al cielo, Él tiene que esperar que el hombre elija libremente Su camino de salvación. En realidad, la creencia de la presciencia de elección no es una apreciación de la elección en absoluto, porque Dios realmente no está eligiendo – Él solo están confirmando. Es el hombre quien al final lo determina.

El punto de vista agustiniano, Dios tiene el control; Él es quien, de Su propia voluntad soberana, elige libremente a aquellos que salvará. Él no solo elige a aquellos que Él salvará, sino que, de hecho, lleva a cabo su salvación. En vez de simplemente hacer posible la salvación, Dios elige a aquellos que Él salvará y luego los salva. Este punto de vista pone a Dios en Su propio lugar como Creador y Soberano.

El punto de vista agustiniano no está exento de problemas en sí mismo. Los críticos han afirmado que este punto de vista le roba al hombre su libre albedrío. Si Dios elige a aquellos que serán salvos, entonces ¿qué diferencia tiene el que el hombre crea? ¿Para qué predicar el Evangelio? Además, si Dios elige de acuerdo a Su soberana voluntad, ¿cómo podemos ser responsables por nuestras acciones? Éstas son todas buenas y justas preguntas que necesitan ser respondidas. Un buen pasaje para responder estas preguntas es Romanos 9, el pasaje que trata más profundamente con la soberanía de Dios en la elección.

El contexto del pasaje proviene de Romanos 8, el cual termina con un gran clímax de alabanza: “Por lo cual estoy seguro de que …. [nada] ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:38-39). Esto lleva a Pablo a considerar cómo podría responder un judío a esta declaración. Mientras que Jesús vino a los hijos perdidos de Israel, y la iglesia primitiva era en gran parte judía en su conformación, el Evangelio fue esparcido entre los gentiles mucho más rápidamente que entre los judíos. De hecho, la mayoría de los judíos vieron el Evangelio como una piedra de tropiezo (1 Corintios 1:23) y rechazaron a Jesús. Esto llevaría al judío promedio a preguntarse si el plan de Dios de la elección había fracasado, puesto que la mayoría de los judíos rechazaron el mensaje del Evangelio.

A través de Romanos 9, Pablo sistemáticamente muestra que la soberanía de la elección de Dios ha estado activa desde el principio. Él comienza con esta declaración crucial: “No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas” (Romanos 9:6). Esto significa que no toda la gente del Israel étnico (esto es, aquellos que descienden de Abraham, Isaac y Jacob) pertenecen al verdadero Israel (el elegido de Dios). Repasando la historia de Israel, Pablo muestra que Dios eligió a Isaac sobre Ismael, y a Jacob sobre Esaú. Solo en caso de que alguien pensara que Dios había elegido a estos individuos basados en la fe o en buenas obras que ellos harían en el futuro, añade, “pues no habían aún nacido [Jacob y Esaú] ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama” (Romanos 9:11).

En este punto, uno puede estar tentado a acusar a Dios de actuar injustamente. Pablo anticipa esta acusación en el v. 14, indicando claramente que Dios no es injusto en absoluto. “Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca” (Romanos 9:15). Dios es soberano sobre Su creación. Él es libre de elegir a aquellos a quienes elegirá, y es libre de pasar por alto a aquellos que pasará por alto. La criatura no tiene derecho de acusar al Creador de ser injusto. El solo pensamiento de que la criatura quiera erigirse juez del Creador resulta absurdo para Pablo, y también así debe ser para cada cristiano. El equilibrio de Romanos 9 corrobora este punto.

Como ya se mencionó, hay otros pasajes que hablan en menor grado sobre el tema de los elegidos de Dios (Juan 6:37-45 y Efesios 1:3-14, por nombrar dos de ellos). El punto es que Dios ha ordenado redimir a un remanente de la humanidad para salvación. Estos individuos fueron elegidos antes de la creación del mundo, y su salvación está completa en Cristo. Como Pablo dice, “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó” (Romanos 8:29-30).

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